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Los grafiteros de subte: ¿Quiénes son realmente?

 Los subtes de Buenos Aires están siendo grafiteados desde hace años. Y aunque se muestran como casos aislados, no lo son. ¿Quiénes son los responsables? ¿Quiénes son estos grafiteros?

Para responder esto, hay que definir el concepto. Un grafitero es un artista que se especializa en crear arte visual en espacios públicos con técnicas de graffiti: escritura o pintura en las paredes u otras superficies de espacios públicos. Pueden ser desde firmas, marcas, mensajes políticos, sociales, hasta murales elaborados, obras visualmente impactantes. Se suele realizar con pintura en aerosol, aunque también se pueden usar otros elementos como marcadores, plantillas y stickers. Se trata de la constancia, de dejar una huella. De estar activo en la calle, pintar siempre que puedan, tratar de aparecer en la mayor cantidad de barrios o calles posibles.

Es un "juego" que termina por ser parte de ellos, buscan hacerlo todo el tiempo. Lo definen como una droga. Nada más placentero que el aerosol y la pintura sobre una chapa. Existen personas que se vuelven adictas a pintar, se aíslan, pierden parejas y amistades por pasarse noches enteras grafiteando.

Entre los grupos de grafiteros hay códigos, y ciertas cosas que pueden hacer para ganar "respeto" en el ámbito. El tipo de grafiti, el tamaño, la tipografía, la proporción de las letras, la técnica, el lugar donde esté dibujado, público o privado. Un lugar más difícil te da más "respeto". Al principio empiezan en lugares tranquilos, como calles o avenidas, hasta llegar a los más complicados que dan más prestigio: trenes y subtes.

Para entrar a los trenes se requiere una logística especial. Previamente deben estudiar el funcionamiento del subte. Los horarios, cambios de guardia, si hay seguridad o no, en qué estaciones, etc. Una vez adentro tienen que ser rápidos. Suelen aparecer cada 2 meses en una misma línea, pero pueden también aparecer dos veces en una misma semana. Siempre después de las 22:00, cuando ya no quedan policías. Son grupos de 10 a 15 personas de entre 20 y 30 años. Al menos uno siempre suele ser extranjero. Van con ropa negra, mochilas grandes, buzos con capucha, pantalones anchos tipo cargo, zapatillas deportivas y se tapan la cara con un especie de pasamontañas. Algunos llevan en la mochila un cambio de ropa para no ser reconocidos.

Dentro del grupo hay roles: además de pintar, hay que observar que no haya seguridad, vigilar por si llega alguien, juntar las latas y pinceles, y filmar todo el proceso. Primero tapan las cámaras de seguridad del subte con la misma pintura. Uno es el encargado de presionar el botón de emergencia para frenarlo y abrir la puerta con una palanca. Luego todos bajan, sacan los aerosoles de sus mochilas, pintan en segundos y escapan por el túnel hacia la salida más cercana.

La violencia física suele aparecer si alguien les impide pintar, o si no frena el subte. Hay casos en los que entran a los talleres por la noche, donde hay formaciones en reparación, armados, amenazan y golpean al personal de limpieza, mecánicos y de seguridad.

En la mayoría de los casos escapan con facilidad gracias a la falta de policías. Pero hubieron escasas ocasiones donde sí fueron detenidos: En 2019 un grupo conformado por ocho argentinos, dos franceses y un polaco, entró a los talleres de la línea H, grafitear las formaciones y atacó a empleados de seguridad. Al intentar escapar fueron detenidos por móviles de la Policía de la Ciudad. Todos fueron imputados por resistencia a la autoridad, daños y lesiones, debieron pagar a Subterráneos de Buenos Aires (SBASE) 130 mil pesos por los daños ocasionados y fueron condenados a 6 meses de prisión en suspenso.

Esta secuencia, aunque se presente como tal, está lejos de ser aislada. No es raro que los extranjeros que conforman los grupos hayan venido a Buenos Aires únicamente para grafitear los subtes. Asimismo, el máximo sueño del grafitero porteño es ir a Europa a dejar su marca. Se trata de una red internacional, en la que escalan y ganan el respeto de los compañeros, rompen normas y vandalizan cuanto puedan para expresar su arte.



ARTE y DELITO

Cuando Sarmiento en "Facundo o Civilización y Barbarie" utilizó el conector "y", demostró la conexión intrínseca entre ambos aspectos, que no hubiese sido posible de haber dicho "civilización o barbarie". Entonces la pregunta, ¿los grafitis son civilización o barbarie? ¿Son arte o delito? ¿Pueden ser ambos? ¿Pueden ser civilización y barbarie? ¿Pueden ser arte y delito?

En una entrevista con una grafitera de aproximadamente 20 años, se le consultó si había algo que quisiera compartir y respondió "yo como persona que escribe la paredes, tengo un cierto respeto por lugares donde entiendo que no se puede pintar, por ejemplo, paredes de casas 100% limpias o sin pintar, monumentos o ciertas instituciones. Y entiendo que hay artistas que no ven ese límite o para ellos no existe un límite sobre dónde poder pintar o no. Esos artistas generan que haya gente que maneje un nivel de intolerancia hacia el grafiti, lo cual entiendo perfectamente cuando sucede porque se "arruinan" estéticamente los lugares. Sin embargo, eso no me hace cambiar de opinión sobre el graffiti en general, sigo creyendo que es un tipo de arte y no me parece mal que se realice la actividad".

Ante estos dichos, se recurrió a la opinión de los mismos trabajadores del subte en relación a los grafitis, volviendo a la pregunta ¿es arte o delito?

Una conductora de la línea H que lleva más de 10 años trabajando y se ha enfrentado a estos grupos grafiteros aseguró "Como conductora del subte puedo decir que, es una situación molesta y también peligrosa la aparición de grafiteros. El olor fuerte de la tinta, compañeros intoxicados por la misma, las demoras en el servicio, el peligro que algún tren los arrolle, el temor ante situaciones de violencia. Pero también, como admiradora del arte en todas sus formas, debo reconocer que me encanta ver cómo quedó su obra".

Por otro lado, un trabajador de la estación Diagonal Norte que lleva 20 años en la empresa contó "no estoy en contra de los grafitis, sino del lugar donde lo hacen. No puede ser que algo que utilizamos todos, que yo lo utilizo también para viajar, más allá de que trabaje acá, lo ensucien de esta manera… porque el arte está bien, pero en los lugares que tienen que ser, no en algo que nos dañe a nosotros".

En base a estas declaraciones, se invita a los lectores a reflexionar: ¿es arte o delito? junto con las imágenes tomadas por la conductora de la línea H.


Congreso de Tucumán Línea D - período en que la línea estuvo cerrada por reformas-
Congreso de Tucumán Línea D - período en que la línea estuvo cerrada por reformas-
Línea H Facultad de Derecho - donde los estacionan para limpiar
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